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El mercado secreto de los cementerios: Entre necesidades y especulación

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En el corazón de Santo Domingo, un fenómeno poco convencional emerge entre las sombras de los cementerios municipales, como el Cristo Salvador. Allí, Lennis e Isabel finalizan una transacción poco común pero cada vez más frecuente: la venta de parcelas entre particulares en estos espacios destinados al descanso eterno. Esta práctica, reflejo de un mercado secundario que brota en los camposantos, pone de manifiesto la complejidad y la peculiaridad de los negocios que giran en torno a la muerte.

Los cementerios municipales del Gran Santo Domingo, cuyos espacios están ahora completamente adjudicados, se encuentran en una encrucijada. La demanda por parte de acaparadores y particulares que buscan asegurar su lugar final o especular con el valor de estas parcelas, ha llevado a una saturación. Con nichos vacíos abundando y nuevas ventas prohibidas a menos que haya un fallecimiento inminente, el escenario es tanto surrealista como revelador.

En este contexto, el Cristo Salvador, abierto desde 1990 y extendiéndose sobre cinco kilómetros cuadrados, se enfrenta a una situación crítica. Con un promedio de 30 fallecidos al día y un espacio cada vez más limitado, la administración busca soluciones desesperadamente. La especulación y la reventa han transformado a estos recintos en verdaderos proyectos de desarrollo inmobiliario, con panteones y nichos que alcanzan precios exorbitantes, reflejo de un mercado que opera bajo sus propias reglas.

Las autoridades municipales, conscientes del dilema, intentan regular estas prácticas permitiendo ventas solo en casos de necesidad inmediata y tratando de recuperar espacios ocupados sin uso. Sin embargo, el desafío persiste: encontrar un equilibrio entre la necesidad de espacio para los muertos y la realidad de un mercado que ha encontrado en la muerte una oportunidad de negocio.

Este escenario plantea interrogantes profundas sobre el manejo y la planificación de los cementerios municipales, la ética de la especulación en torno a la muerte y la necesidad de políticas más efectivas para garantizar que estos lugares cumplan con su propósito esencial: proporcionar un espacio digno para el descanso final de los seres queridos.


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