La estrategia de Trump sobre el aborto, en jaque tras sentencia histórica en Arizona
La reciente sentencia del Tribunal Supremo de Arizona, que revive una prohibición del aborto que data de la época de la Guerra Civil, ha desmentido rápidamente las afirmaciones de Donald Trump sobre su capacidad para minimizar la cuestión del aborto en las elecciones de 2024. Este fallo, que impone una de las leyes más antiguas y restrictivas del país con una única excepción para salvar la vida de la persona embarazada, ha proporcionado a los demócratas una ventana de oportunidad significativa en un estado crucial para la presidencia y el Senado, permitiéndoles centrarse en los derechos reproductivos, un tema recientemente ganador para ellos.
Esta decisión judicial se suma a una serie de movimientos conservadores a nivel estatal, en respuesta a la anulación del derecho constitucional al aborto por parte del Tribunal Supremo de EE.UU. en 2022, marcando otra victoria para los activistas antiaborto y creando zonas en Estados Unidos donde los servicios de aborto podrían no estar disponibles.
Trump, quien intentó neutralizar el tema del aborto proponiendo dejar la decisión a los estados, se encuentra ahora en una posición vulnerable, especialmente tras declararse responsable del fin del derecho constitucional al aborto a nivel nacional, logrado mediante la mayoría conservadora que estableció en el Tribunal Supremo de EE.UU.
La administración Biden, aprovechando las palabras de Trump y la reciente sentencia en Arizona, ha lanzado una ofensiva resaltando las consecuencias de las restricciones al aborto, incluso en casos donde la vida de la mujer está en peligro debido a leyes estatales restrictivas. Mientras tanto, Trump enfrenta críticas dentro de su propio partido por su posición sobre el aborto, a pesar de su intento de presentar una solución que, según él, sacaría el tema «de juego».
La ley de Arizona, que data de 1864 y fue codificada en 1901, sitúa a Arizona entre los estados con leyes más estrictas sobre el aborto, lo que ha provocado un rechazo incluso entre algunos republicanos del estado, evidenciando la complejidad y la división que el tema del aborto sigue generando en el panorama político estadounidense.
Este giro en los acontecimientos destaca cómo el aborto permanece como un tema central en el debate político de EE.UU., desafiando la percepción de que podría ser evitado o minimizado en el contexto electoral, y subraya la continua lucha por los derechos reproductivos en un país profundamente dividido sobre esta cuestión.