TECNOLOGÍA

Las diferencias que separan a los humanos de la Inteligencia Artificial: un debate ético y existencial

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Durante siglos, el ser humano ha buscado respuestas sobre lo que lo diferencia de los animales. Desde la biología hasta la filosofía, diversas disciplinas han tratado esta cuestión existencial. Sin embargo, en la era de la inteligencia artificial (IA), surge un nuevo interrogante: ¿tendrá la IA derechos? ¿Tendrá derecho a la vida?

El avance hipersónico de la IA nos confronta con un quinto elemento, diferente a la tierra, fuego, aire y agua: la anti-vida, una creación humana con un poder sin precedentes.

Cuatro características fundamentales distinguen a los humanos de la IA:

  1. Generación Espontánea: Los humanos son creadores espontáneos, capaces de concebir ideas, historias o pensamientos creativos. La IA, en cambio, carece de esta capacidad, ya que todas sus acciones son programadas por humanos.
  2. La Regla de la Ética: Mientras las personas poseen discernimiento entre el bien y el mal, la IA carece de ética intrínseca. Debe ser programada y guiada por normas preestablecidas.
  3. La Intención Humana: La intención de la acción humana está ligada a la moralidad y es inseparable de la responsabilidad moral. La IA no puede poseer esta intención, ya que sigue limitada a su programación.
  4. Sin Remordimientos ni Problemas Psicológicos: A diferencia de los humanos, la IA no experimenta emociones, remordimientos ni sufre. No tiene opiniones propias ni amor.

El desafío radica en utilizar la IA como herramienta constructiva, evitando su potencial destructivo. Los parámetros éticos deben ser revisados para que la IA esté en consonancia con los valores humanos en constante evolución.

La cuestión sobre qué será humano cuando las inteligencias artificiales lo sean todo aún persiste. Películas como «Blade Runner» han explorado esta temática, mostrando cómo la emoción y la espontaneidad han sido históricamente atributos humanos que la IA no ha podido replicar.

Aunque la IA ha demostrado avances significativos, como superar el Test de Turing, aún queda por determinar qué pruebas podrían distinguir la verdadera inteligencia humana de la artificial en el futuro.

La reflexión sobre el papel de la IA y su impacto en la sociedad y la humanidad debe estar enmarcada en un debate ético y existencial. Es responsabilidad de los seres humanos utilizar esta tecnología de manera ética y moral, garantizando su utilidad para el bienestar de la humanidad y evitando que se salga de control.

En última instancia, la inteligencia artificial es una creación humana y solo existe en función de su utilidad para la humanidad. Por lo tanto, es vital recordar que estamos tratando con un «quinto elemento», un ente artificial sin identidad propia. La IA debe estar siempre sujeta a la supervisión y dirección de los seres humanos para evitar riesgos y asegurar un futuro donde ambas inteligencias puedan coexistir en armonía.


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