Revelando la verdad oculta: Estadísticas de desapariciones y el misterio de homicidios en México
El aumento de personas desaparecidas ha desatado una profunda investigación sobre la precisión de las estadísticas de homicidios en la Ciudad de México, desafiando la narrativa predominante de disminución de tasas delictivas. A pesar de que los datos oficiales muestran una notable disminución en delitos de alto impacto, como asesinatos, secuestros y robos desde 2019, el creciente número de individuos desaparecidos arroja dudas sobre las supuestas mejoras en seguridad.
Esta creciente preocupación se cierne, especialmente al entrelazarse con las próximas elecciones presidenciales. Claudia Sheinbaum, exlíder del gobierno de la Ciudad de México y candidata presidencial, enfrenta escrutinio por sus supuestos avances en seguridad en la capital.
Mientras México lidia con la persistente violencia nacional derivada de la “guerra contra las drogas”, la Ciudad de México parecía haber surgido como una excepción, presumiendo tasas de homicidio similares a las ciudades de EE. UU. Sin embargo, bajo esta fachada de progreso yace una tendencia inquietante: un creciente número de personas desaparecidas.
Expertos como Elena Azaola señalan una posibilidad inquietante: muchas de estas desapariciones podrían ser homicidios no revelados, ausentes de registros oficiales. Las discrepancias entre las cifras de homicidios de diversas instituciones y la ambigüedad en torno a muertes violentas no identificadas complican aún más el verdadero alcance de los homicidios.
Además, las incertidumbres se extienden al recuento de desapariciones, con registros conflictivos entre diferentes agencias. El aumento de personas desaparecidas desde 2019, según lo informado por la Comisión Nacional de Búsqueda, contrasta fuertemente con años anteriores, lo que suscita escepticismo sobre la autenticidad de las cifras.
En medio de acusaciones de cifras infladas de desapariciones y presiones políticas para manipular estadísticas, se cuestiona la integridad de la presentación de datos. Mientras los funcionarios revisan registros para mitigar discrepancias, persisten las preocupaciones sobre la precisión y transparencia de estos esfuerzos.
Las elecciones inminentes amplifican el debate, con partes divididas entre defender el récord del gobierno y cuestionar una posible manipulación de datos. El énfasis en reducir los homicidios como un referente para la reducción del crimen en general enfrenta críticas, desafiando la idea de que las estadísticas criminales son una medida definitiva de la seguridad.
Mientras México lucha con este enigma, la verdad oculta detrás de las estadísticas de desapariciones arroja sombras sobre la veracidad de la supuesta disminución del crimen en la ciudad. La intersección de la política, los datos delictivos y la percepción pública establece el escenario para un debate contencioso previo a las elecciones, dejando la autenticidad de la narrativa de seguridad de la Ciudad de México bajo un intenso escrutinio.